Crece Capítulo 6: Cómo Entender La Adversidad
Nuestra primera respuesta a la adversidad no debe ser tratar de eliminarla, sino permitir que revele nuestras verdaderas debilidades.
¿CUÁLES SON LOS PROPÓSITOS DE DIOS PARA PERMITIR LA ADVERSIDAD?
La adversidad puede ser nuestra mayor motivación para el crecimiento espiritual o nuestro medio más mortífero de desánimo. La diferencia depende de nuestra comprensión de los propósitos de Dios en la adversidad.
- LA ADVERSIDAD ES UTILIZADA POR DIOS PARA LLAMAR NUESTRA ATENCIÓN.
Los “afanes de este mundo” son la competencia más dura de Dios por nuestro tiempo, atención y afectos. Ellos ahogan la Palabra de Dios y ahogan la voz de Su Espíritu Santo (Véase Mateo 13:18–23).
Cuando llega la adversidad, de repente nos enfrentamos a problemas y presiones que son demasiado grandes para que las resolvamos. Nuestra respuesta interna debe ser: “A ti, Señor, elevo mi alma; mi Dios, en ti confío; no permitas que sea yo humillado, no dejes que mis enemigos se burlen de mí.” (Salmo 25:1–2).
A medida que continúa la adversidad y se agotan nuestras fuerzas humanas, la invitación de Cristo se vuelve más y más atractiva. “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso.” (Mateo 11:28).
El propósito final de Dios al llamar nuestra atención es conformarnos a la imagen de Cristo. Sobre la base de este propósito, todas las adversidades colaboran para nuestro bien (Véase Romanos 8:28–29). A través de ella aprendemos de Cristo, quien es manso y humilde y cuya carga es liviana.
- LA ADVERSIDAD ES NUESTRA SEGURIDAD DE QUE DIOS NOS AMA.
“porque el Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el que recibe como hijo». Lo que soportan es para su disciplina, pues Dios los está tratando como a hijos. ¿Qué hijo hay a quien el padre no disciplina?” (Hebreos 12:6-7).
“En efecto, nuestros padres nos disciplinaban por un breve tiempo, como mejor les parecía; pero Dios lo hace para nuestro bien, a fin de que participemos de su santidad. Ciertamente, ninguna disciplina, en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella.” (Hebreos 12:10–11).
Cuando reconocemos el amor de Dios en la adversidad, somos capaces de renovar “…las fuerzas de (nuestras) manos cansadas y de (nuestras) rodillas debilitadas. «(Hacemos) sendas derechas para (nuestros) pies», para que la pierna coja no se disloque, sino que se sane.” (Hebreos 12:12–13).
- LA ADVERSIDAD ES EL LLAMADO DE DIOS PARA EL AUTOEXAMEN.
“Si nos examináramos a nosotros mismos, no se nos juzgaría; pero, si nos juzga el Señor, nos disciplina para que no seamos condenados con el mundo.” (1 Corintios 11:31–32).
“Yo reprendo y disciplino a todos los que amo. Por lo tanto, sé fervoroso y arrepiéntete.” (Apocalipsis 3:19).
Dios requiere que escudriñemos, confesemos y abandonemos todo pecado. “Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja halla perdón.” (Proverbios 28:13).
El autoexamen debe llevarse a cabo en la Palabra de Dios. Por ejemplo, si las cosas no nos van bien, la razón puede ser que deshonramos a nuestros padres. “«Honra a tu padre y a tu madre… para que te vaya bien y disfrutes de una larga vida en la tierra».” (Efesios 6:2-3).
- LA ADVERSIDAD ES UTILIZADA POR DIOS COMO UNA FORMA DE AYUDARNOS A CONQUISTAR NUESTRO ORGULLO.
La adversidad de la contienda revela el orgullo. “El orgullo solo genera contiendas...” (Proverbios 13:10).
La adversidad de la destrucción es la consecuencia del orgullo. “Al orgullo le sigue la destrucción; a la altanería, el fracaso.” (Proverbios 16:18).
“El altivo será humillado, pero el humilde será enaltecido.” (Proverbios 29:23). “Todo el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.” (Lucas 14:11).
“…Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes». Así que sométanse a Dios. Resistan al diablo, y él huirá de ustedes.” (Santiago 4:6-7).
El último evento de la historia será cuando toda rodilla se doble ante el Santo Dios del universo (Véase Filipenses 2:10). La escena recurrente en el Cielo será la de todos los redimidos postrados ante el trono de Dios (Véase Apocalipsis 4:10–11). Dios quiere que tengamos esa actitud de corazón ahora.
- LA ADVERSIDAD ES UN RECORDATORIO DE NUESTRAS DEBILIDADES.
Solo cuando aprendamos a gloriarnos en nuestros rasgos inmutables podremos experimentar el poder de Cristo que descansa sobre nosotros. “Para evitar que me volviera presumido por estas sublimes revelaciones, una espina me fue clavada en el cuerpo, es decir, un mensajero de Satanás, para que me atormentara. Tres veces le rogué al Señor que me la quitara; pero él me dijo: «Te basta con mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad». Por lo tanto, gustosamente haré más bien alarde de mis debilidades, para que permanezca sobre mí el poder de Cristo. Por eso me regocijo en debilidades, insultos, privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo; porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.” (2 Corintios 12:7-10).
“Tan compasivo es el Señor con los que le temen como lo es un padre con sus hijos. Él conoce nuestra condición; sabe que somos de barro.” (Salmo 103:13-14).
- LA ADVERSIDAD ES NUESTRA MOTIVACIÓN PARA CLAMAR A DIOS.
Dios responde al clamor de sus hijos cuando están en la adversidad. “Los justos claman, y el Señor los oye; los libra de todas sus angustias.” (Salmo 34:17).
La adversidad debe motivarnos a clamar de la manera correcta:
- Debemos clamar a Dios con nuestra voz. “Clamo al Señor a voz en cuello, y desde su monte santo él me responde” (Salmo 3:4).
- Debemos clamar a Dios diariamente durante la adversidad. “Compadécete, Señor, de mí, porque a ti clamo todo el día.” (Salmo 86:3).
- Debemos clamar a Dios en humildad. “…no pasa por alto el clamor de los afligidos.” (Salmo 9:12).
- Debemos clamar a Dios con un corazón puro. “Si en mi corazón hubiera yo abrigado maldad, el Señor no me habría escuchado” (Salmo 66:18).
Nuestra segunda respuesta a la adversidad no debe ser centrarnos en las circunstancias externas, sino darnos cuenta de que estamos lidiando con poderes espirituales invisibles.
- LA ADVERSIDAD ES EVIDENCIA DE LA GUERRA ESPIRITUAL.
Si no reconocemos cuando la adversidad es una guerra espiritual, seremos abrumados y tentados a rendirnos.
Cuando la adversidad toma la forma de confusión, sospecha y división, la guerra espiritual está en marcha.
Pablo animó a los cristianos a ser fuertes, valientes y preparados para ser buenos soldados.
“Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo. Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza. Manténganse firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, protegidos por la coraza de justicia, y calzados con la disposición de proclamar el evangelio de la paz. Además de todo esto, tomen el escudo de la fe, con el cual pueden apagar todas las flechas encendidas del maligno. Tomen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. Oren en el Espíritu en todo momento, con peticiones y ruegos. Manténganse alerta y perseveren en oración por todos los santos.” (Efesios 6:11-18).
- LA ADVERSIDAD ES UTILIZADA POR DIOS PARA PURIFICAR NUESTRA FE.
“En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios...” (Hebreos 11:6). La fe, sin embargo, puede necesitar ser probada en el fuego de la adversidad.
“…a pesar de que hasta ahora han tenido que sufrir diversas pruebas por un tiempo. El oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego. Así también la fe de ustedes, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele.” (1 Pedro 1:6-7).
La fe es esencial para vivir la vida cristiana porque los caminos de Dios son opuestos a las inclinaciones naturales del hombre. Debido a esta dicotomía, la adversidad puede provenir de aquellos que se burlan de los principios de Dios, o puede provenir de que violamos los principios de Dios. En cualquier caso, la adversidad fortalecerá nuestra fe.
La paciencia es otro beneficio de tener nuestra fe purificada por el fuego de la adversidad. “pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia.” (Santiago 1:3).
Con este tipo de fe y paciencia podemos obtener las promesas de Dios. “… imiten a quienes por su fe y paciencia heredan las promesas.” (Hebreos 6:12).
- LA ADVERSIDAD ES UNA SEÑAL PARA REEVALUAR LAS PRIORIDADES
Las prioridades equivocadas pueden resultar en una adversidad muy dolorosa, no solo para nosotros sino también para aquellos que se ven afectados por nuestras vidas.
- LA ADVERSIDAD ES UTILIZADA POR DIOS PARA PROBAR NUESTRO TRABAJO.
Toda casa espiritual que se construya debe ser probada para confirmar que está fundada en la verdad.
“Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, y soplaron los vientos y azotaron aquella casa; con todo, la casa no se derrumbó porque estaba cimentada sobre la roca. Pero todo el que me oye estas palabras y no las pone en práctica es como un hombre insensato que construyó su casa sobre la arena. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, soplaron los vientos y azotaron aquella casa. Esta se derrumbó, y grande fue su ruina.” (Mateo 7:24-27).
“su obra se mostrará tal cual es, pues el día del juicio la dejará al descubierto. El fuego la dará a conocer, y pondrá a prueba la calidad del trabajo de cada uno. Si lo que alguien ha construido permanece, recibirá su recompensa, pero, si su obra es consumida por las llamas, él sufrirá pérdida. Será salvo, pero como quien pasa por el fuego.” (1 Corintios 3:13-15).
- LA ADVERSIDAD ES UTILIZADA POR DIOS PARA PROBAR NUESTRAS AMISTADES.
La adversidad siempre pondrá a prueba las amistades. Revelará qué amigos están preocupados por recibir y qué amigos están preocupados por dar.
Un verdadero amigo ama en todo momento, especialmente durante un momento de adversidad (Véase Proverbios 17:17). Jesús explicó este tipo de amistad en Su parábola del buen samaritano. El compromiso del samaritano con su prójimo, que había caído en manos de ladrones, continuó hasta que todas las necesidades del prójimo fueron satisfechas (Véase Lucas 10:30–37).
En contraste con esta parábola, está el relato del hijo pródigo. Mientras gastaba su herencia, el hijo tenía muchos amigos. Sin embargo, cuando se acabó el dinero y llegaron las dificultades, el hijo se encontró sin amigos (Véase Lucas 15:12–16).
Una verdadera amistad está ricamente ilustrada en la historia de David y Jonatán. Sus corazones estaban unidos en amor, pero luego la adversidad vino a David. Jonatán pudo haber escogido muchas razones válidas para rechazar a David, pero en lugar de eso, lo apoyó hasta el final de su vida. Jonatán advirtió y protegió a David. Lo animó y se hizo amigo de él, arriesgó su vida por él y lo aceptó como el que sería rey en su lugar.
La profundidad del amor entre David y Jonatán se expresó en la angustia de David por la muerte de Jonatán: “¡Cuánto sufro por ti, Jonatán, pues te quería como a un hermano! Más preciosa fue para mí tu amistad que el amor de las mujeres.” (2 Samuel 1:26).
Nuestra tercera respuesta a la adversidad no debe ser vivir para Cristo en nuestros propios esfuerzos, sino darnos cuenta de que Cristo debe vivir en nosotros a través del poder de Su Espíritu Santo.
- LA ADVERSIDAD ES UNA INVITACIÓN A IDENTIFICARSE CON CRISTO.
Uno de los propósitos principales de la adversidad es hacernos desear más del poder de Cristo en nuestras vidas.
Pablo sufrió la pérdida de todas las cosas para poder ganar más de Cristo y experimentar el poder de la resurrección de Cristo. “Lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser semejante a él en su muerte.” (Filipenses 3:10).
Este poder está disponible para todo cristiano a través de “… el Espíritu de sabiduría y de revelación, para que lo conozcan mejor.” (Efesios 1:17).
En Romanos 8, aprendemos nuestra fuente de poder sobre el pecado: el Espíritu de Dios que mora en nosotros basado en nuestra posición en Cristo. Vemos que mientras andamos en el Espíritu de Dios en vez de en nuestra propia carne, Dios puede cumplir la justicia de la Ley en nosotros (Ver Romanos 8:2-4).
- LA ADVERSIDAD ES NUESTRA PREPARACIÓN PARA CONFORTAR A LOS DEMÁS.
“Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que, con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren. Pues, así como participamos abundantemente en los sufrimientos de Cristo, así también por medio de él tenemos abundante consuelo.” (2 Corintios 1:3-5).
“Nos vemos atribulados en todo, pero no abatidos; perplejos, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no destruidos. Dondequiera que vamos, siempre llevamos en nuestro cuerpo la muerte de Jesús, para que también su vida se manifieste en nuestro cuerpo.” (2 Corintios 4:8-10).
“Así que la muerte actúa en nosotros, y en ustedes la vida… Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día.” (2 Corintios 4:12, 16).
CÓMO UTILIZA DIOS LA ADVERSIDAD DE LAS IRRITACIONES
Las irritaciones inevitables que provienen de otras personas, de nuestro entorno o de nosotros mismos son extremadamente significativas. Estas irritaciones son la forma en que Dios aumenta nuestra sensibilidad a las necesidades de otras personas, expande nuestro mundo de oportunidades y desarrolla las cualidades internas que son esenciales para una vida exitosa.
La arena en el ojo de una persona causa irritación, pero la misma arena en una ostra produce una perla.
Si reaccionamos incorrectamente a estas irritaciones, destruimos sus beneficios potenciales. Si respondemos a ellos con perspicacia y acción adecuada, permitimos que Dios logre Su propósito más elevado en nosotros: remodelar nuestras vidas lo más cerca posible del ideal que Él nos ha dado en la vida de Su Hijo (Ver Romanos 8:29).
Si huimos continuamente de estas irritaciones, forzamos a Dios a elegir entre permitir nuevas irritaciones o dejar de lado Su plan más alto para nuestras vidas.
Por lo tanto, si algunas irritaciones parecen ser más bien permanentes o que no se pueden resolver, podemos estar seguros de que tienen un beneficio permanente en nuestro desarrollo y ministerio.
Tal fue el caso del “aguijón en la carne” que experimentó Pablo. Dios explica las razones por las que le dio tanta irritación a Pablo. Para evitar que Pablo se envaneciera, se le dio un “impedimento físico” que era un aguijón en su carne: un mensajero de Satanás para herirlo, molestarlo y punzar su orgullo.
Cuando se logra un propósito específico a través de cierta irritación, Dios es entonces libre de quitar esa irritación de nuestras vidas.