Crece Capítulo 1: Cómo Mantener Tu “Primer Amor” – Mujeres
Inmediatamente después de la salvación, el Espíritu de Dios entra en nuestra vida y confirma que se ha establecido una nueva relación con Dios. “El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios.” (Romanos 8:16 NVI)
El Espíritu de Dios dentro de nosotros produce amor y obediencia a Dios y a Su Palabra.
Mientras dependamos de Dios para nuestra fortaleza y seamos obedientes a Su Palabra, experimentaremos la gracia del “primer amor” de un nuevo cristiano.
Sin embargo, es muy fácil “apagar” (contristar) al Espíritu de Dios y dejar nuestro “primer amor”.
PODEMOS ABANDONAR NUESTRO “PRIMER AMOR”
“Conozco tus obras, tu duro trabajo y tu perseverancia. Sé que no puedes soportar a los malvados, y que has puesto a prueba a los que dicen ser apóstoles, pero no lo son; y has descubierto que son falsos. Has perseverado y sufrido por mi nombre, sin desanimarte. Sin embargo, tengo en tu contra que has abandonado tu primer amor. ¡Recuerda de dónde has caído! Arrepiéntete y vuelve a practicar las obras que hacías al principio. Si no te arrepientes, iré y quitaré de su lugar tu candelabro.”
(Apocalipsis 2:2-5)
¿CÓMO ABANDONAMOS NUESTRO “PRIMER AMOR”?
- ¿Acaso pasa porque no trabajamos para Dios?
- No. Podemos estar muy ocupados en la obra de Dios y aún así no tener el gozo de nuestro “primer amor”. La iglesia que dejó su primer amor tiene “obras” y “trabajo”. Incluso trabajaron por la Persona correcta y la causa correcta.
- ¿Pasa porque no leemos por no leemos la Biblia?
- No. Podemos tener todo el conocimiento de la Biblia y aún así perder nuestro “primer amor”. Los fariseos conocen bien las escrituras. La iglesia que dejó su primer amor también conocía la Palabra. Ellos usaron la Palabra para verificar la autenticidad de los apóstoles.
- ¿Por no orar?
- No. Podemos orar y seguir estando fríos espiritualmente.
- ¿Por no testificar?
- No. Es posible testificar y aún tener un embotamiento en nuestras almas. La obra de la iglesia que dejó su primer amor ciertamente incluyó el testimonio.
ABANDONAMOS NUESTRO “PRIMER AMOR” CUANDO PERDEMOS LA CONCIENCIA DE NUESTRA NECESIDAD DIARIA DE DIOS.
Nuestra necesidad de Dios es la motivación misma que nos lleva a la salvación; sin embargo, una vez que Dios comienza a suplir nuestras necesidades, tendemos a olvidar que las tenemos. Nos enriquecemos, aumentan nuestros bienes y sentimos que no tenemos necesidad de nada. Entonces perdemos nuestro “primer amor” (Véase Apocalipsis 3:17).
Podemos ver un proceso en el trato de Dios con Su propio pueblo. Dios sacó a Israel de la esclavitud de Egipto y lo llevó a la Tierra Prometida. Cada paso del camino traía consigo nuevas necesidades que estaban mucho más allá de sus propias capacidades para satisfacerlas: liberación del ejército egipcio que los perseguía, comida y agua en el árido desierto, y dirección sobre dónde ir y cuándo moverse. Durante todos esos años Dios no permitió que los israelitas sembraran ni construyeran casas; dependían totalmente de Su provisión, dirección y protección. Incluso la ausencia de maná un día a la semana fue un poderoso recordatorio para que no lo menospreciaran.
Cuando los israelitas llegaron al borde de la Tierra Prometida, Dios predijo que perderían su amor por Él y les anunció exactamente cómo sucedería. ¡La misma secuencia tiene lugar en nuestras vidas hoy!
EL “PRIMER AMOR” SE MANTIENE AL COMPRENDER NUESTRA NECESIDAD DIARIA DE DIOS
¿CÓMO LAS POSESIONES MATERIALES SE CONVIERTEN EN ÍDOLOS?
Cuando Dios provee para nuestras necesidades, tendemos a volvernos vanidosos y pensamos que fue nuestra propia fuerza o sabiduría la que satisfizo nuestras necesidades. Nos volvemos desagradecidos y no mantenemos nuestra dependencia de Dios. En cambio, dependemos de nuestras propias habilidades, sabiduría, fuerza y recursos.
Por ejemplo, si esperamos que el dinero haga por nosotros lo que sólo Dios puede hacer, entonces el dinero se ha convertido en nuestro dios. Comenzamos a construir nuestras vidas alrededor de nuestra fuente de seguridad. Pero cuando los problemas que están más allá de nuestros recursos vienen y amenazan nuestra seguridad, experimentamos miedo. El miedo a la pérdida es la señal de Dios de que algo o alguien más es una prioridad en lugar de Él. Esa cosa se ha convertido en dios en lugar de Dios.
¿CÓMO PERDEMOS NUESTRO SENTIDO DE NECESIDAD?
Tan pronto como Dios permitió que Su pueblo disfrutara de las abundantes provisiones de la Tierra Prometida, se olvidaron de la idea de una provisión diaria para sus necesidades. Ya no contaban con la mano de Dios para proveerles pan, sino que confiaban en sus propias manos y en la tierra para producir cosechas. Ya no necesitaban a Dios para evitar que sus zapatos se gastaran. Multiplicaron su oro y plata para poder hacer y comprar todos los zapatos que querían.
En poco tiempo, la misma advertencia que Dios les había dado de antemano se hizo realidad. “Pero ten cuidado de no olvidar al Señor tu Dios. No dejes de cumplir sus mandamientos, normas y preceptos que yo te mando hoy. Y cuando hayas comido y te hayas saciado, cuando hayas edificado casas cómodas y las habites, cuando se hayan multiplicado tus ganados y tus rebaños, y hayan aumentado tu plata y tu oro y sean abundantes tus riquezas, no te vuelvas orgulloso ni olvides al Señor tu Dios, quien te sacó de Egipto, la tierra donde viviste como esclavo.” (Deuteronomio 8:11-14 NVI)
A menudo somos muy conscientes de las necesidades físicas, pero también debemos ser cada vez más conscientes de nuestras necesidades espirituales, mentales y emocionales. Cuanto más conscientes somos de todas estas necesidades, más intensa es nuestra oración. Cuanto más conscientes somos de las necesidades de los demás, más intensa es nuestra intercesión. Cuanto más conscientes somos de que Dios satisface estas necesidades, más genuina es nuestra acción de gracias. Cuanto más les decimos a los demás acerca de Su grandeza para satisfacer las necesidades, más sincera es nuestra alabanza.
Cuando estamos seguros para el futuro y bien alimentados para el presente, comenzamos a creer que podemos evitar las consecuencias de violar las normas de Dios. Perdemos nuestro temor al Señor. Tomamos el riesgo de hacer las cosas que le desagradan. No tememos que Él no satisfaga nuestras necesidades, porque ya están satisfechas.
¿QUÉ COSAS SON IMPORTANTES PARA MI?
(Enumera en orden de importancia)
- ________________________________________________________________
- ________________________________________________________________
- ________________________________________________________________
- ________________________________________________________________
- ________________________________________________________________
¿He encomendado cada una de estas cosas al Señor? Al hacerlo, podré agradecer a Dios, ya sea que me permita continuar teniéndolas o no.
ONCE SÍNTOMAS DE QUE HE DEJADO MI “PRIMER AMOR” POR EL SEÑOR
“Sin embargo, tengo en tu contra que has abandonado tu primer amor.” (Apocalipsis 2:4)
- Cuando mi deleite en el Señor ya no es mayor que mi deleite en alguien más, he dejado mi “primer amor”.
“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón …” (Marcos 12:30)
- Cuando mi alma no anhela tiempos de rica comunión en la Palabra de Dios y en oración, he dejado mi “primer amor”.
“Ama al Señor tu Dios con… toda tu alma…” (Marcos 12:30)
- Cuando mis pensamientos durante los momentos de ocio NUNCA consideran al Señor, he dejado mi “primer amor”.
“Ama al Señor tu Dios con… toda tu mente…” (Marcos 12:30)
“El malvado levanta insolente la nariz, y no da lugar a Dios en sus pensamientos.” (Salmo 10:4)
- Cuando pretendo ser sólo humano, y cuando me entrego fácilmente a aquellas cosas que sé que desagradan al Señor, he dejado mi “primer amor.”
“Ama al Señor tu Dios con… todas tus fuerzas.” (Marcos 12:30) “Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor…” (Juan 15:10) “Si ustedes me aman, obedecerán mis mandamientos.” (Juan 14:15).
- Cuando no doy voluntaria y alegremente para la obra de Dios o para las necesidades de los demás, he dejado mi “primer amor.”
“Si alguien que posee bienes materiales ve que su hermano está pasando necesidad, y no tiene compasión de él, ¿cómo se puede decir que el amor de Dios habita en él?” (1 Juan 3:17)
- Cuando dejo de tratar a cada cristiano como lo haría con el Señor, he dejado mi “primer amor.”
“…Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aún por el más pequeño, lo hicieron por mí”. (Mateo 25:40) “Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros.” (Juan 13:34)
- Cuando veo los mandamientos de Cristo como restricciones a mi felicidad en lugar de expresiones de Su amor, he dejado mi “primer amor”
“¿Quién es el que me ama? El que hace suyos mis mandamientos y los obedece. Y al que me ama, mi Padre lo amará, y yo también lo amaré y me manifestaré a él.” (Juan 14:21).
- Cuando me esfuerzo interiormente por el reconocimiento de este mundo en lugar de la aprobación del Señor, he dejado mi “primer amor.”
“No amen al mundo ni nada de lo que hay en él. Si alguien ama al mundo, no tiene el amor del Padre.” (1 Juan 2:15) “Si fueran del mundo, el mundo los amaría como a los suyos. Pero ustedes no son del mundo…” (Juan 15:19)
- Cuando dejo de dar a conocer a Cristo o a Su Palabra, he dejado mi “primer amor”.
- Cuando me vuelvo complaciente con las condiciones pecaminosas que me rodean, he dejado mi “primer amor.”
“Habrá tanta maldad que el amor de muchos se enfriará” (Mateo 24:12).
- Cuando no decido perdonar a otro por ofenderme, he dejado mi “primer amor.”
“Si alguien afirma: «Yo amo a Dios», pero odia a su hermano, es un mentiroso…” (1 Juan 4:20).
EVALUACIÓN PERSONAL:
¿Cuál de estos 11 síntomas se aplican a mí?
¿Me deleito en alguien más que en el Señor?
¿Ya no añoro los tiempos de comunión en la Palabra de Dios y en la oración?
¿Ya no reflexiono en absoluto sobre el Señor durante los momentos de ocio?
¿Me entrego fácilmente a aquellas cosas que sé que desagradan al Señor?
¿Doy de mala gana a la obra de Dios o a las necesidades de otras personas?
¿Dejo de tratar a cada cristiano como trataría al Señor?
¿Veo los mandamientos de Cristo como restricciones a mi felicidad en lugar de expresiones de Su amor?
¿Me esfuerzo interiormente por la aclamación o el reconocimiento público más que por la aprobación del Señor?
¿Dejo de testificar a los demás porque mi temor es mayor que mi amor por Dios?
¿Paso por alto o ignoro las condiciones pecaminosas en mi vida?
¿Guardo rencor a los que me han ofendido?
HACER “LAS OBRAS QUE HACÍAS AL PRINCIPIO” CON UN ENTENDIMIENTO MÁS PROFUNDO
Las disciplinas de la oración, el estudio de la Biblia, diezmar y ofrendar, el ayuno y el servicio cristiano conducen a un nuevo amor por el Señor y en realidad están diseñadas para que permanezca en nosotros un sentido de nuestra necesidad de Él.
Tendemos a pensar que cuanto más fieles seamos a Dios, más “espirituales” nos sentiremos, pero debería ocurrir todo lo contrario. Cuanto más crecía Pablo en madurez espiritual, más se daba cuenta de lo indigno y necesitado que era. Pablo se describió a sí mismo como “… el más insignificante de los apóstoles y que ni siquiera merezco ser llamado apóstol…” (1 Corintios 15:9). Ese es el tipo de progreso espiritual que mantendrá vivo nuestro “primer amor.
Si nuestra meta en cada una de estas disciplinas es comprender más profundamente nuestra total necesidad y dependencia de Dios, entonces descubriremos la “pobreza de espíritu” a la que pertenece el Reino de los Cielos. “Dichosos los pobres en espíritu, porque el reino de los cielos les pertenece.” (Mateo 5:3).
- UNA MIRADA MÁS PROFUNDA A LA ORACIÓN
Cada aspecto de la oración está diseñado para mantener nuestro “primer amor” al recordarnos nuestro sentido de necesidad ante Dios.
Las peticiones revelan nuestros motivos. ¿Estas buscan hacer avanzar el Reino de Dios, o son intentos de aumentar nuestras reservas para que no tengamos que invocarlo tanto en el futuro?
La confesión nos recuerda nuestra vergüenza e indignidad ante un Dios santo. Expone nuestra necesidad de Su poder en cada momento para obtener la victoria.
La gratitud mide nuestro sentido de necesidad cuando agradecemos a Dios por satisfacer nuestras necesidades específicas durante cada día.
La intercesión es el medio por el cual compartimos las necesidades de los demás ante el trono de Dios.
- UNA MIRADA MÁS PROFUNDA AL ESTUDIO DE LA BIBLIA
La lectura de las Escrituras ciertamente nos hace crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Sin embargo, la función inicial de entrar en la Palabra de Dios no es sólo crecer, sino también ver nuestra necesidad de crecer. “deseen con ansias la leche pura de la palabra, como niños recién nacidos. Así, por medio de ella, crecerán en su salvación” (1 Pedro 2:2). Nuestro sentido de necesidad se convierte en nuestro deseo por la Palabra. A veces estudiar la Biblia puede llevar al desánimo a medida que aprendemos más sobre las normas santas de Dios y nos damos cuenta de lo lejos que estamos de alcanzarlas. Sin embargo, este mismo sentimiento de desánimo puede transformarse en un sentimiento más profundo de necesidad ante un Dios amoroso y misericordioso. “Él conoce nuestra condición; sabe que somos de barro.” (Salmo 103:14).
- UNA MIRADA MÁS PROFUNDA SOBRE DAR
El mandamiento de “dar gratuitamente” cuando hemos “recibido gratuitamente” es una necesidad práctica si queremos mantener nuestro sentido de dependencia del Señor. El diezmo no es sólo “dar la décima parte”, sino que es un recordatorio semanal de que todo pertenece a Dios.
Cuanto más construimos activos para nuestro futuro, más propensos somos a sentir que no necesitamos a Dios de la misma manera que lo hacen otras personas. “Dices: ‘Soy rico; me he enriquecido y no me hace falta nada’; pero no te das cuenta de cuán infeliz y miserable, pobre, ciego y desnudo eres tú.” (Apocalipsis 3:17). Lo que no damos representa responsabilidad, no propiedad.
- UNA MIRADA MÁS PROFUNDA AL AYUNO
El ayuno es uno de los recordatorios más efectivos de nuestra necesidad de depender de Dios para “nuestro pan de cada día”. También es un recordatorio vital de la advertencia que Dios le dio a su propio pueblo. “Pero ten cuidado de no olvidar al Señor tu Dios… cuando hayas comido y te hayas saciado, cuando hayas edificado casas cómodas y las habites, cuando se hayan multiplicado tus ganados y tus rebaños, y hayan aumentado tu plata y tu oro y sean abundantes tus riquezas, no te vuelvas orgulloso ni olvides al Señor tu Dios…” (Deuteronomio 8:11-14).
El ayuno ilustra la realidad de que la vida no consiste en las cosas que poseemos, y que no vivimos sólo de pan sino de cada palabra que procede de la boca de Dios. (Ver Lucas 12:15 y Deuteronomio 8:3). El ayuno oscurece las cosas de este mundo y abre una conciencia más profunda de las necesidades espirituales, mentales y emocionales que tenemos.
- UNA MIRADA MÁS PROFUNDA AL SERVICIO
Uno de los mayores beneficios del servicio cristiano no es para los que son servidos, sino para los que están sirviendo. El requisito de atender las necesidades espirituales de los demás nos obliga a ver lo que nos falta a nosotros mismos; como resultado, tenemos una mayor dependencia de Dios.
Las afirmaciones “No soy capaz de enseñar esa clase” o “No puedo testificar” pierden por completo el sentido del servicio cristiano guiado por el Espíritu. No es que seamos suficientes dentro de nosotros mismos, sino que somos totalmente inadecuados para hacer cualquier cosa separados del poder de Dios obrando a través de nosotros.
Pablo explicó: “Es más, me presenté ante ustedes con tanta debilidad que temblaba de miedo… para que la fe de ustedes no dependiera de la sabiduría humana, sino del poder de Dios.” (1 Corintios 2:3, 5).