Crece Capítulo 3: Cómo Conquistar Los Hábitos Destructivos – Para Mujeres
CINCO RAZONES POR LAS QUE NO PODEMOS SUPERAR LOS HÁBITOS PECAMINOSOS
- Tratamos de conquistar hábitos con la energía del alma.
Dios quiere que venzamos los hábitos pecaminosos a través del poder de Su Espíritu. Satanás quiere que combatamos los hábitos con la energía de nuestras almas. Nuestras almas consisten en nuestro poder mental, nuestro poder de voluntad y nuestro poder emocional. Estos no son rivales para la esclavitud de los hábitos pecaminosos. Sólo a través del poder del Espíritu de Dios podemos vencer los hábitos pecaminosos. “Porque, si ustedes viven conforme a ella, morirán; pero, si por medio del Espíritu dan muerte a los malos hábitos del cuerpo, vivirán.” (Romanos 8:13).
- Somos de doble ánimo.
Una persona de doble ánimo tiene el deseo de superar los hábitos pecaminosos y, al mismo tiempo, un deseo conflictivo de disfrutarlos. Dios advierte que tal persona no puede esperar ninguna victoria constante sobre el pecado. Una persona de doble ánimo aún no ha aprendido a odiar el mal; será inestable en todos sus caminos (Véase Santiago 1:8).
- No entendemos lo que significa estar en Cristo.
La única forma de superar constantemente los hábitos pecaminosos es entrar en la victoria que Cristo ya ganó sobre ellos. Los pasos precisos para obtener esta victoria se explican en las siguientes páginas.
- Hacemos provisión para los placeres pecaminosos.
Damos evidencia externa de odiar el mal cuando eliminamos de nuestras vidas todas las provisiones para el mal. Esto significa limpiar las galerías de nuestra mente de malas imaginaciones y limpiar nuestros hogares de todas las posesiones sensuales.
- Intentamos ocultar pecados secretos.
Una de las mentiras más grandes de Satanás es que los pecados secretos permanecerán ocultos. Dios dice claramente: “… Y pueden estar seguros de que no escaparán de su pecado.” (Números 32:23). La humillación que viene cuando el pecado es confesado apropiadamente, es en realidad una parte de la provisión de Dios para recibir la gracia y conquistar los hábitos pecaminosos. “…Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes” (Santiago 4:6). (Véase también 1 Pedro 4)
SEIS PASOS PARA CONQUISTAR LOS HÁBITOS PECAMINOSOS
- Injerta Romanos 6 y 8 en tu alma
¿Qué significa “injertar”? Injertar las Escrituras en nuestras almas significa convertirlas en una extensión viva de nuestras vidas para que puedan producir frutos espirituales. Cuantas más Escrituras injertemos, más tipos de frutos espirituales tendremos en nuestras vidas. Si injertamos 1 Corintios 13, tendremos el fruto del amor genuino; si injertamos 1 Pedro, tendremos el fruto de la paciencia durante el sufrimiento; si injertamos Romanos 6 y 8, tendremos victoria sobre el pecado.
¿Cómo comienza el injerto de la Palabra? El primer paso para injertar las Escrituras es memorizarlas.
- Imagínate muerto al pecado.
La Palabra de Dios declara que estamos muertos al pecado.
Independientemente de que sintamos lo contrario, Dios quiere que nos “consideremos” muertos al pecado. “Considerarnos” a nosotros mismos es vernos a nosotros mismos así. ¿Qué significaría esto? Si un hombre muerto estuviera apoyado contra una pared y una mujer seductora caminara frente a él, ni siquiera parpadearía. Esta es precisamente la respuesta que Dios quiere que tengamos ante el poder y atracción del pecado.
¿Cuándo morimos al pecado? Morimos al pecado cuando nos convertimos en cristianos. En ese momento, nos convertimos en parte de Cristo. Como somos parte de Cristo, compartimos todos Sus logros pasados. Cuando Él fue crucificado, nosotros fuimos crucificados con Él: “He sido crucificado con Cristo…” (Gálatas 2:20). Cuando Él fue sepultado, nosotros fuimos sepultados: “Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte…” (Romanos 6:4). Cuando Cristo resucitó de entre los muertos, nosotros resucitamos de entre los muertos: “Ya que han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba...” (Colosenses 3:1).
- Compara la ley del pecado con la ley de la gravedad.
Una cosa es decir que estamos muertos al pecado, y otra muy diferente es experimentarlo. Sin embargo, esto es precisamente lo que Dios quiere que hagamos de manera continua. Podemos hacer esto comparando la ley del pecado como la ley de la gravedad y la ley del Espíritu como el principio de la aerodinámica
Imagina un águila volando en el aire.
Si esa águila plegara sus alas, comenzaría a caer porque la ley de la gravedad la tomaría. Una ley es una ley porque siempre opera de la misma manera bajo las mismas condiciones.
Todo lo que el águila debe hacer para dejar de caer es extender sus alas. El aire que corre sobre sus alas establece una nueva fuerza, el principio de la aerodinámica. Este principio es mayor que la ley de la gravedad. No aniquila la ley de la gravedad, la supera.
Si dejamos de meditar ante una tentación comenzaremos a caer. La caída es una experiencia muy real. No toma muchos segundos para ser derrotados.
¿Cómo vencemos la ley del pecado? Dios diseñó al águila para volar en el aire, y Dios diseñó al cristiano para hablar Su verdad en su corazón día y noche. Dios nos dice que oremos sin cesar (ver 1 Tesalonicenses 5:17), que meditemos en Su verdad día y noche (ver Salmo 1), y que hablemos la verdad en nuestros corazones (Véase Salmo 15:2).
Este entretejido de la Palabra en nuestros pensamientos es equivalente a la frase hebrea “esperando en el Señor”. Dios promete que mientras meditemos en Su verdad, nos elevaremos por encima del poder de la tentación. “Pero los que esperan en el Señor… levantarán alas como las águilas…” (Isaías 40:31).
Satanás quiere que creamos que cuando comenzamos a caer no hay nada que podamos hacer sino rendirnos a la tentación. Sin embargo, todo lo que tenemos que hacer es extender esas alas espirituales citando Romanos 6: “¿Qué concluiremos? ¿Vamos a persistir en el pecado…?” En unos momentos la tentación perderá su poder y atractivo, y una vez más nos remontaremos por encima de la tentación. De esta manera, la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús nos eleva por encima de la ley del pecado y de la muerte (Véase Romanos 8:2.)
Por qué es infructuoso orar por la victoria: Uno de los trucos favoritos de Satanás es hacer que oremos por la victoria mientras caemos en la tentación. Esta oración no es muy efectiva porque no se basa en la verdad bíblica. Dios no quiere que oremos por la victoria, Él quiere que entremos en la victoria que Él ya ha provisto en Cristo. Fuimos parte de la victoria de Cristo cuando morimos y resucitamos con Él.
¿Por qué debemos meditar en el momento en que somos tentados? Así como el águila tiene sólo unos segundos para extender sus alas antes de caer al suelo, nosotros tenemos sólo unos pocos momentos para visualizar Romanos 6 antes de caer.
- Personaliza la verdad de Romanos 6.
Parte del proceso de injertar las Escrituras es convertirlas en una oración en primera persona.
Tan pronto como tengas una comprensión completa de Romanos 6, comienza a citarlo al Señor de la siguiente manera: “¿Qué concluiré? ¿Voy a persistir en el pecado para que la gracia abunde? ¡De ninguna manera! Yo, que he muerto al pecado, ¿cómo puedo seguir viviendo en él? ¿Acaso no sé yo que cuando fui bautizado para unirme con Cristo Jesús en realidad fui bautizado para participar en su muerte? …”
Después de personalizar esta Escritura, hay un paso más importante a seguir. Es identificar la tentación particular que Satanás nos traerá. En lugar de usar la palabra pecado, menciona la tentación.
Si tienes la tentación de amargarte, cita: ¿Voy a persistir en la amargura para que la gracia abunde? ¡De ninguna manera! Yo, que he muerto a la amargura, ¿cómo puedo seguir viviendo en ella?
- No hagas provisión para la tentación.
Si deseamos la victoria de Cristo sobre una tentación en particular, pero hemos provisto los medios para continuar esa tentación, sólo nos estamos engañando a nosotros mismos.
Dios nos manda: “Más bien, revístanse ustedes del Señor Jesucristo, y no se preocupen por satisfacer los deseos de la naturaleza pecaminosa.” (Romanos 13:14).
- Rinde cuentas a otros para poder ser consistente.
Dirígete a aquellos que están preocupados por tu bienestar espiritual, como tu cónyuge, los líderes de la iglesia o amigos cristianos maduros, y pregúntales si verificarían regularmente tu progreso hacia tu logro espiritual. Diles cuáles son tus metas espirituales y bríndales preguntas precisas que puedan hacerte.
Pausa un momento y piensa cómo te sientes sobre rendir cuentas a otros.
CÓMO NOS ENTREGAMOS AL PECADO
- Experimentamos un deseo pecaminoso.
- Visualizamos el placer sensual que recibiríamos de este acto.
- Decidimos cumplir nuestro deseo sensual.
- Nos convertimos en siervos del pecado. “¿Acaso no saben ustedes que, cuando se entregan a alguien para obedecerlo, son esclavos de aquel a quien obedecen? …” (Romanos 6:16).
- Entregamos los miembros de nuestro cuerpo para llevar a cabo el placer sensual (nuestras manos hacen clic en el sitio web, caminamos hacia la nevera a comer más de lo debido, consentimos nuestra amargura a causa del dolor recibido, nuestras mentes imaginan cómo hacer maldad).
CÓMO NOS ENTREGAMOS A DIOS
- Experimentamos una inspiración bíblica (por ejemplo, invitar a alguien a la iglesia).
- Visualizamos la acción requerida para obedecer esta indicación.
- Tomamos la decisión de obedecer la inspiración del Espíritu Santo, confirmando así que somos siervos de Dios
- Hacemos lo necesario para actuar esa decisión poniéndola como prioridad en nuestro día.
- Entregamos los miembros de nuestro cuerpo para llevar a cabo el impulso de Dios (usamos nuestra boca para invitar a alguien a la iglesia) (Véase Romanos 12:1–2)
- Compartimos nuestro gozo con amigos para fortalecer su fe y la nuestra.
LISTA DE VERIFICACIÓN PARA LA VICTORIA SOBRE LOS HÁBITOS PECAMINOSOS
- He memorizado Romanos 6 y 8:1-15.
- Estoy meditando en esta Escritura día y noche.
- Puedo personalizar Romanos 6 y 8.
- Me he propuesto irme a dormir cada noche mientras cito las Escrituras.
- Cuando soy tentada, me imagino la consecuencia de caer en destrucción y comparo la ley del pecado con la ley de gravedad
- Me imagino muerta al poder del pecado.
- Cuando soy tentada, visualizo cómo respondería una mujer al pecado. Mientras cito Romanos 6, menciono el pecado que estoy tentado a cometer.
- He quitado toda provisión para los hábitos pecaminosos.
- He limpiado mi corazón y mi mente de imaginaciones impuras.
- Comparo la ley del pecado con la ley de la gravedad.
- Cuando soy tentada, me imagino cayendo en la destrucción.
- Instantáneamente cito Romanos 6 e imagino los principios de la aerodinámica tomando el control.
- Soy responsable ante la autoridad dada por Dios.
- He presentado mi cuerpo como sacrificio vivo a Dios y mis miembros como armas de justicia para Su uso diario.